¿Parir o posar?
¿Le gustaría tener imágenes del nacimiento de sus hijos? No
del instante después, cuando el bebé ya está vestido y limpio, sino del
alumbramiento mismo. Puede recurrir para ello a la Asociación Internacional de
Fotógrafos de Partos, surgida hace una década en Estados Unidos, y que presume
de contar con cerca de 1.200 profesionales en unos 40 países -incluido España-
dispuestos a inmortalizar uno de los acontecimientos más importantes de su
vida. Se trata de expertos sujetos a un código deontológico estricto que respetan
los deseos de los padres, y en su caso del centro médico, además de asegurar la
confidencialidad y los derechos de autor. Esto último para evitar plagios. En
Holanda y Bélgica, la moda de “captar estas emociones intensas” hace furor, y
existe un grupo similar al americano. Denominado, simplemente, Fotógrafos de
Partos (geboortefotografen, en neerlandés), nació en 2014, pero su despegue
empieza a notarse ahora. Como sus colegas de ultramar, esperan aunar ética y
calidad y han cerrado ya acuerdos con 21 hospitales holandeses, y otros 5
belgas.
Contratar un fotógrafo a título privado durante un parto a
domicilio no es nuevo. Todo depende del pacto sellado con la pareja: si quieren
recoger todo el proceso, o bien solo la llegada del bebé. Fuera de casa las cosas
cambian. No todos los gerentes hospitalarios permiten la presencia de cámaras y
trípodes. Mucho menos cuando se trata de meterlos en un quirófano en caso de
cesárea. Para evitar desencuentros, la agrupación holandesa y belga, compuesta
de mujeres por abrumadora mayoría, trata de conseguir que los centros médicos
solo franqueen la entrada a sus miembros. De este modo, Geboortefotografen, que
tiene una veintena de afiliados, ganaría prestigio y visibilidad evitando en lo
posible el intrusismo de otros colegas sin experiencia. De fondo, late el
prurito de “contar una de las historias más emotivas con respeto y buen gusto,
garantizando la calidad y sin molestar o entorpecer el alumbramiento mismo”,
según aseguran en su portal de Internet.
Como todas las modas, la de fotografiar el parto ha sufrido
su propia evolución. Si al principio lo más osado era plasmar la barriga de la
madre y al bebé sobre su pecho, tal vez con restos de sangre y unido al cordón
umbilical, pero poco más, la cámara puede llegar a sumergirse ahora en piscinas
adaptadas y ver al pequeño saliendo el vientre materno. Las cesáreas también se
reproducen, desde ángulos inverosímiles y generalmente en blanco y negro. Las
horas de dilatación previas al nacimiento, y los felices padres con sus hijos
en brazos, completan unos álbum digitales - también hay servicio de DVD- cuyos
precios rondan los 1.000 euros. La asociación holandesa y belga cuida a sus
socios, pero
no fija el importe de su trabajo.
FUENTE: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/01/19/mundo_global/1484821189_491231.html
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